Evocado por las mujeres de Argos como toro que surge de las aguas, Dioniso es el dios que tiene mayor familiaridad con las mujeres. "Loco por las mujeres", "loco por las hembras", le llama varias veces Nono, su último celebrante. La cristiana malicia de Clemente de Alejandría recuerda a Dioniso como choiropsáles, "aquel que toca la vulva": mejor dicho, que sabe hacerla vibrar con los dedos como las cuerdas de una lira.
El falo de Dioniso es alucinógeno antes que impositivo. Tiene una naturaleza próxima al hongo, al parásito, a la hierba tóxica recogida en el hueco del tirso. No conoce la fidelidad agraria, no se extiende por el surco trazado, donde Yasión copula con Deméter, no se abre paso entre las lozanas mieses, sino entre los bosques más ásperos. Es una punta metálica oculta debajo de inocuas hojas verdes.
Traducción del italiano de Joaquín Jordá