Albert Camus. La peste

Al fondo del cementerio, en un espacio vacío, cubierto de lentiscos, habían cavado dos inmensas fosas. Había una para los hombres y otra para las mujeres. Desde este punto de vista, las autoridades respetaban el decoro y sólo más tarde, por la fuerza de los acontecimientos, este último pudor desapareció y se enterraron mezclados, unos sobre otros, hombres y mujeres, sin preocuparse de la decencia. Afortunadamente, esta confusión extrema señaló tan sólo los últimos momentos de la plaga. En el período que nos ocupa la separación de las fosas existía y la prefectura ponía en ello mucho empeño.

Traducción del francés por Rosa Chacel