Álvaro Cunqueiro. Fábulas y leyendas de la mar

Comentando a Garcilaso de la Vega y eso del cisne que decía el caballero toledano, que "dulce muere y en las aguas mora", apostillaba el Brocense —le llegaría la noticia a Salamanca llevada por un montado— que unos de Tordesillas se congregaron junto a un labajo para ver morir un cisne, y contra lo previsto el cisne no murió dulce, garcilasamente, sino dando "unos gaznidos" (sic), con lo cual el Brocense apuntó que el cisne no canta al morir. Fue fuerte cosa aceptar la opinión de unos de Tordesillas contra toda la poesía de los siglos, pero ahí quedó sentenciado el asunto. No me explico cómo el bando del realismo literario hispánico no puso una lápida en Tordesillas, en pared frente al río y a la fuente, que dijese: "Aquí se probó que no canta el cisne".